Corre asustado el pizote
en pos de su madriguera
temiendo al estar afuera
poner en riesgo el gañote.
Corren ciervos y ocelote
tras de una paz cohibida
que huyendo despavorida
troncha fugaz el ramaje,
para torcer el paisaje
con zozobra desvalida.
Corre el río apresurado
haciendo a su cauce libre
sin que nadie lo calibre
viendo su caudal menguado;
corre el estero estancado
cediendo en profundidad
bañado en la hilaridad
de su propio desatino,
asienta un nuevo destino
de inicua mediocridad.
Bosteza asqueado el coloso
aliento de impertinencia
para evacuar la imprudencia
con el ánimo impetuoso;
retumba el valle celoso
estremecido en sus ecos
por grietas y recovecos
percute el atrevimiento,
del corrosivo elemento
que se infiltra en suelos secos.
Canta el gallo en patio ajeno
altanero y petulante
dándoselas de importante
a su canto no da freno;
mas el gallinero en pleno
arma tremendo barullo
que pone fin al orgullo
de aquel gallo pendenciero,
que corre del gallinero
sin emitir ni un murmullo.
Vuela rauda la parvada
en estricta formación
prestando poca atención
a la afrenta desplegada;
omite la voz que alzada
clamando está desde el monte
pidiendo se le confronte
desde argumento plural,
pues el orden natural
delimita el horizonte.
En la vida como en todo
es muy bueno ser sensatos
y no hacernos lo cegatos
fingiendo no ver el lodo;
si al final de cualquier modo
del mismo barro salimos
en el mundo en que vivimos
nada permanece quieto,
nadie nos libra de aprieto
en que solos nos metimos.
Corre y corre el vil cobarde
a ritmo de indiferencia
al examen de consciencia
seguro ya llegó tarde;
con gran mutismo hace alarde
de moral y compromiso
siendo el argumento omiso
la ración de su costal,
desde el cinismo total
huye con paso indeciso.
El engreído se labra
recordatorio en la historia
imprimiendo su memoria
con la más terca palabra;
brincotea como cabra
y arrasa todo a su paso,
es ciego a su propio ocaso
con terquedad que es afrenta
que propia inopia sustenta
y le conduce al fracaso.
Tira el asno el carretón
cargado de torpe empeño
tranzando su desempeño
por desdeñoso pastón;
pende en su frente un festón
que nubla su entendimiento
pesando en discernimiento
prepotencia y concesión;
transigir en discusión
supera a su pensamiento.