El transcurrir de los días es un canto desorbitado en los rincones de las horas, las persianas se caen como hojas, en otoño rojizo desplazándose lento, estrellándose yertas al suelo de tierra.
Los rayos del sol naciente, con calidez suprema canta melodías poéticas y perduran en el aire sus notas musicales resonando sinfonía otoñal.
Prendida en la tierra misma las huellas de mis ojos abiertos aglutinados de añoranzas, el latir presurosos de otros sin rumbos, son ecos que llevan himnos de victorias y también melancolía.
Se despejan los pensamientos de los que ayer fue mi esencia una mujer simple buscando en la vida lo que creí muerto en mis tierras… Una poeta que nunca lo ha sido. Y en este presente caen mis versos secos, segados de melancolía.
En un instante frágil el ocaso del día a día se cree clandestino deseando algo más que sus míseras horas pasadas, la mirada se pierde en el reflejo de este espejo de la verdad. A veces las lágrimas secas se riegan con las ansias un sendero desgastado.