Defraudaron tu amistad y tu confianza
sin mezquinarle sufrimiento a tu pueblo
falsos dioses embriagados de codicia
de mi atavismo con ellos me avergüenzo.
Defendiste con firmeza tu terruño
cuando invadieron tu sentir de violencia,
sin importar tu dolor y sentimiento
y la Tierra se colmó con tu impotencia.
Cuando el eco de tu voz arrastra el río
el buen rechazo al despojo lo acompaña.
Comechingón, anuncian tus alaridos,
grito de guerra salido de tu entraña.
Equivocado arrebato de cultura,
a pesar de ello tus huellas has sembrado
y las tricolores pinturas rupestres
hablan de vos en el Cerro Colorado.
Cierro mis ojos hermano originario
morador de mi leyenda imaginada . . .
Allí, la luna acompañando tus noches
con su presencia tu sombra engalanaba.
A medida que menguaban los combates
con tu amada tribu de la serranía,
no era solo por el origen volcánico,
que algo brotaba y el cerro enrojecía.
Honda tristeza anidaba tu pupila
ningún canto mantra la modificaba,
cuando veías teñirse gruta y piedra
con la sangre de tu estirpe derramada.
Autora: Graciela Beatriz Traverso.