Me propone la silva del llano extendido
calor de tarde a caballo en el horizonte
el cielo plateado que aplasta el monte
de un mediodía que se aprieta calcino.
A suelas del mango del tranquero vecino
corre en su fuga el alazán en tramonte
templado y macizo su fuerza de bisonte
en el trivial oleaje del cuatro que afino.
Pierdeme en tus llanos calor de odio
hunde en mis ojos tu viento en vibrato
nervioso y dolorido calor de lo obvio.
Trepa mis poros sofocante garabato
y muereme ahora en mi llanto de sodio
que al llano vine para morir de alegatos.
Blas Roa