Hoy estoy dispuesto a charlar del fracaso.
El desengaño de la uva, del durazno arrugado
sobre una fuente de frutas que se siente olvidada.
Estoy dispuesto a lanzarme a la vida
con los fiascos a cuesta, que se tuercen de envidia,
viejos chascos que llevo encimados.
Estoy convencido de los reveses del mar
escondidos en botellas que nunca se frenan,
que llevan mensajes lejanos de amores perdidos,
amores ya muertos, amores vejados por la luz de los tiempos;
con cimientes de llantos que se enjugan en vidrio
sobre la luz opaca de una verde botella.
Estoy sorprendido por tanto quebranto que mutila a la gente,
la torna mundana, sedienta de camas con sábanas vivas .
Me siento despacio y veo al mar chocar contra rocas
dejando los gritos de tierras lejanas, las bombas que caen
entre días y noches, granadas de guerras que nunca se acaban,
pesadas batallas de ignorancia barata.
Allí yo descubro flotar sobre el agua un manto de odio
que se entierra en la nada y en la nada se muere
sin haber oprimido su pasión por la muerte.
¡Qué estúpido manto!, haber nacido del odio del hombre
y morir en la nada como basura del tiempo,
como un farol que se apaga con sudores de viejo.
¡Qué estúpida ira!, ¡qué furia barata,
dejar que se tiña el agua de sangre!.
A veces me siento entre las rocas del mar y veo gente bella
nadar con la vida, gozar con la simple caricia del cielo,
rozando sus pieles con la luz encendida de un mágico día.
¡Qué contraste sin brillo!
La guerra está muerta, está ciega del vamos!,
¡ignorante desidia!.
¡Qué contraste con la mar que corre con vida
llevando en sus olas el sabor de la euforia,
por un beso escondido entre caracolas marinas!
¡Qué contraste tan pleno, tan lleno de olores!,
visiones tan puras que dan valor a la juerga,
al bullicio del alma cuando está plena de amor y cariño
que se posa entre mantos de aguas serenas.
CARLOS A. BADARACCO
20/4/13
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