Agua que corriendo fresca y pura,
la inconciente actitud del ser humano,
la envilece, esparciendo su basura.
Esencia y el amor de la natura,
Porcentaje mayor de nuestro cuerpo,
despreciamos, convirtiéndola en veneno.
Cavara el ser, su honda y fría sepultura,
transformando su fuego, en gélida ceniza,
tapiara su propio cuerpo, en piedras duras.
El día que el cuenco de sus manos,
busque atrapar la vida en su elemento,
las aguas le dirán, todo a acabado.
Gloriosas huertas de áureos limoneros,
frondosos bosques de árboles enhiestos,
rosales de menguadas hojas, dirán, e muerto.
Barrerán los vientos la adulterada tierra
escucharas plegarias, erguidas en mil coros,
cuando lodo y piedras, arrasen casa y huerta.
Nicolás Ferreira Lamaita.