Una serenata, dos emociones
Sonaba siempre melodiosa
aquella guitarra sonora,
preámbulo de la escena amorosa
de las nocturnas horas.
Susurros y risas
se oían en una ventana,
mientras en la otra agoniza
De dolor otra dama.
Una bella serenata
con todos sus efluvios amorosos,
para una joven de vida grata,
de labios dulces y carnosos.
A la otra dama, ya envejecida
se le hacía un nudo en la garganta,
y al escuchar la serenata de su vecina
sus lágrimas corrían por la añoranza.
Y mientras sonaba la alegre guitarra
dos mujeres la escuchaban muy atentas;
una consumida por la nostalgia
y la otra suspirando de contenta.
Y el guitarrista que nada sabía
de despecho, ni de amores
con una misma melodía
removía dos emociones.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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