Hay canto tras de la lluvia
arrullo de manantiales,
debajo de nubes blancas
resplandecen los trigales.
Te acercas a la tranquera,
estremecida acompaña
la pasión que nos envuelve
y no entiende de patraña.
Confundidos en hechizo
todo se ve en lejanía,
imantados nuestros ojos,
es la caricia bravía.
En mágico encantamiento,
despojo de cada prenda,
al tibio sol lo enrojece
nuestra recíproca ofrenda.
Pronuncian fuerte tu nombre. . .
inquietud en la osadía,
te arrastras, cubres tu cuerpo,
me quedo sola, vacía.
Y cuando muere la tarde
junto al campo se enfermiza,
al padecer mi pobre alma
y su dolor eterniza.
Simulando tus mentiras,
sabiendo la incoherencia
de este romance prohibido
volverás desde tu estancia.
Y por amor clandestino
cumpliendo turbio destino . . .
seré tuya y serás mío.
Autora: Graciela Beatriz Traverso.