Tus ojos son los verdugos del dolor,
silencio de mudas palabras
y de presas lágrimas
en el oscuro otoño
de fieras adomercidas
y espejos de fuego.
Puerta de la pulsación
donde habita la noche
y el divino placer
de la tempestad del deseo
sin el hiriente veneno
que llaman remordimiento.