Niña
obediente de ayer
que traías en la frente
el signo del amor y la dulzura,
no eres miel,
eres aguinaldo de mi Cuba en navidad,
y eso es tentación,
aunque lo duden
hasta las abejas
que golosas zumban a tu alrededor.
Muchacha de junio
que rompiste el cristal
de los mutilados mentales,
y dijiste: soy y quiero
porque te sobraba la razón
para querer y ser,
y eso es desafío,
aunque lo duden
hasta los escarabajos
que resentidos se arrastran a tu espalda.
Muchacha-Niña
de la sonrisa pícara,
de movimientos retadores,
corazón constante,
grandeza espiritual:
es justo
que desconocieras a Sor Juana
mientras sorteabas
el laberinto de tus miedos
y soñabas las mañanas
en arpegios de utopía.
Hija
que me parió una amiga
y te llevó lejos
la porfía
para acortarme la distancia.
Muchacha-Niña-Hija:
te quedas más
siempre que partes
porque partes en dos el pedazo
que me toca.
Quien tuviera
un mar,
un cielo,
un horizonte
para pintar de rojo
el cartel de
¡BIENVENIDA!
trastocar los colores del paisaje
y decirte
sin rozar una palabra:
¡Cuánto eres
en mi vida!