Quisiera decirme a mí misma
Que todo está bien, que hay calma
Que la luz volvió a mis ojos
que puedo controlar las emociones
que puedo dominar los sentimientos.
Pero... hay en mí, un verdadero divorcio
entre la objetividad y el sentimiento.
y, se queda en mi garganta un grito
aquel grito que intentaba cruzar fronteras
y llegar hasta él, con el viento
que sea una llave para que él, sienta (vano intento)
lo que yo siento, (morí en el intento).
ESE GRITO CON SABOR A ETERNIDAD,
ese grito fuerte y visceral:
¡TE AMO!