Corre y corre doña Rata
con paso ágil y ligero
corriendo entra a su agujero
huyendo de muerte ingrata;
por dárselas de insensata
y comer más de lo justo
pasó tremendo disgusto
después de la comilona,
mismo que a rata glotona
por poco mata del susto.
Asomó aquella mañana
su nariz por la cocina
cuando una idea ladina
repicó como campana;
con la urgencia que la afana
devorando su prudencia
la rata con impaciencia
echa a correr rumbo al centro,
una vez estando adentro
verá qué cosas se agencia.
Ya debajo de la mesa
mira un trozo de rosquilla
oculta tras una silla
enseguida lo procesa;
otra agradable sorpresa
observa al otro costado
un cuarto de pan tostado
untado con mermelada,
con avidez esmerada
va corriendo al otro lado.
Un olor bien conocido
ha llamado su atención
busca hallar la dirección
de aroma tan distinguido;
es platillo preferido
de la ratita golosa
y por eso presurosa
tomada en ánimo obseso,
rápido va en pos del queso
con la mirada vidriosa.
Llegó corriendo a la orilla
regándosele la baba
ya ni respirar lograba
cuando al fin subió a la hornilla;
en comal sobre tortilla
queso frito bien dorado
tragado fue en un bocado
con voracidad patente,
en la cocina aún caliente
su larga cola ha estirado.
Para acabar el banquete
piensa en algo azucarado
quizás un buen postre helado
o algún sorbo de sorbete;
cualquier cosa que el bufete
ponga a su disposición
para zanjar su afición
busca atenta golosina,
hurgando por la cocina
alguna dulce ración.
Al lado del fregadero
observa un frasco brillante
y en ese mismito instante
echa a corre con esmero;
al sitio llega ligero
y grande es su decepción
al ver en esta ocasión
el recipiente vacío,
más insiste en desafío
con apremiante pasión.
Tomada por ansia loca
acelerando su paso
no admite duda o retraso
su premura se desboca;
en carrera que sofoca
resecando su garganta
de ansiosa sed se atraganta
nublándole la visión,
tan seria es su condición
que su voluntad quebranta.
Cae al suelo derrotada
sin dar crédito a su suerte
la ingrata señora muerte
se dibuja en su mirada;
indefensa y abrumada
sus intenciones advierte
pero astuta las convierte
en ingeniosa salida,
para proteger su vida
ahora finge su muerte.
Con la rata ahí tendida
va la muerte a su carroza
mientras la rata retoza
en ágil y ligera huida;
corriendo hasta su guarida
con paso veloz y artero
al fin llega al agujero
ahogándose del susto,
caro le ha salido el gusto
de su atracón mañanero.