Al alba se levanta José como todos los días, su mujer le prepara el café y las provisiones que llevará para poder sobrellevar las largas horas en el monte, cuidando el ganado, él como puede, acomoda todo en su bicicleta, se le nota pensativo y su mujer lo nota, José le dice que es solo cansancio, le da un beso en la frente y se marcha. José debe recorrer varios kilómetros en caminos llenos de maleza, por lo que en momentos lo hace caminando, para no caer y lastimarse. Llegado el medio día, toma un descanso y aprovecha para trazar unos dibujos en una libreta que siempre lleva consigo, pues en los últimos días ha visto unas luces extrañas, desde pequeño le gustó dibujar, principalmente paisajes, esas luces las ha visto justo arriba de los cerros, en ocasiones estáticas, otra las ha visto moverse muy rápido. José no sabía que esa noche descubriría lo que realmente eran esas luces. Cansado y maloliente, después de estar tantas horas bajo el sol, arreando al ganado, toma su bicicleta y va regreso a casa. Ya había oscurecido pues se había extraviado un becerro y tardó en encontrarlo, aceleró el paso pues era un poco temeroso a la oscuridad y esa noche era particularmente oscura, era noche de luna nueva. José empezó a transpirar, su corazón palpitaba mas rápido de lo normal, se escuchaban los aullidos de los lobos, ladridos de perros, ulular de los búhos, en un momento tuvo que bajar de la bicicleta pues el camino no le permitía pasar, tropezó varias veces, pero no debía detenerse pues también rondaban varios tipos de serpientes. De pronto, observó esas luces a la distancia, siempre las había visto desde su casa, pero nunca desde el monte, se veían particularmente más brillantes, las sentía más cerca. Recordó las historias que había escuchado sobre ellas, y en el fondo de sus pensamientos se dijo -ojalá no sean ciertas-. Desgraciadamente no tardó mucho en comprobar que eran tan reales como la oscuridad de esa noche. Con un terror indescriptible, vio que las luces se movían a saltos gigantescos hacia él, pasaban de un cerro a otro en segundos, José quiso correr, pero el miedo provocó que sus piernas no le obedecieran como él quería, faltaban pocos kilómetros para llegar a la carretera, así sería más rápido su arribo a casa, tropezó, al tratar de incorporarse, su cuerpo se paralizó del terror, sus ojos parecían salir de sus órbitas, quiso gritar, pero su garganta no emitía sonido alguno, ante sus ojos estaban esas luces, pero no eran solo unas luces, eran brujas, brujas horribles, tal y como las describen en los cuentos, su cara era deforme, nariz enorme, llena de verrugas, manos huesudas, sus uñas parecían garras, dientes podridos, el pelo era horrible, pero sus ojos, sus ojos... parecían traspasarle el alma. José no supo cuántas horas transcurrieron, perdió el conocimiento, su mujer y sus hermanos lo empezaron a buscar al ver que no llegaba a casa, lo encontraron inconsciente junto a la carretera, su bicicleta varios metros atrás. Cuando José recuperó el conocimiento, ya habían transcurrido varios días, físicamente no tenía mas que rasguños, algunos golpes provocados por la caída, pero al querer hablar para contarles lo sucedido, no pudo emitir sonido alguno, había perdido la voz.
- FIN -