Kabalcanty

EL DESCENSO POR LA CALLE FUENCARRAL

 

EL DESCENSO POR LA CALLE FUENCARRAL

 

 

 

El viejo revoco de las fachadas

tiñe de aire nostálgico el presente.

Angostas callejas de efluvio húmedo

que encauzan el vaivén del tumulto

y lo jalean con latido suave.

Desvencijadas tiendas de colores vivos

cuelgan escaparates anárquicos

encelados en gustos estrambóticos

o dantesca bisutería plateada

que refulgirán entre neones verdes.

No importa que vayamos desnudos,

ni que la cicatriz de la existencia

haga pliegue informe en el costado,

ni tan siquiera que nuestros glúteos

se abandonen al abismo de la gravedad.

Tu mano y la mía, sudorosas,

nos atan por la turba de ese asfalto

que tamborilea musicales las pisadas

y evade la apatía con talco aromático.

No hay dios, ni rezos dogmáticos,

que hagan titubear lo espontáneo

que se vierte cascada en la Gran Vía.

No sorprende que el sol no abrase

porque enfriamos su brasa con la lengua

del beso que nos dimos en la esquina.

Es el discurrir de la urbe,

el mar de los que obviaron el río

y ahora se dejan escurrir, embelesados,

por la carcasa seca de las aceras.

El cielo, sobrio, aguarda la noche

y serán los autos, con su eructo motorizado,

los que duden el tronío de la sombra.

Mas entonces, los galantes luminosos

ungirán de artificio nuestras pupilas,

alborotarán los dedos y los sexos,

santificarán bares y tascas

y, a lo último, en sabroso fragor,

seremos deseada ansiedad noctámbula.

 

 

 Kabalcanty©2011