Varón, hombre.
Como el que esta en mi mente.
Muchacho, belleza de hombre.
Trajeado en negro, camisa blanca y corbata;
Un maletín llevas en tu mano diestra.
Entras a un bar en donde sueles recurrir cuando
quieres
olvidar.
Le pides al mozo un cortado, un café cargado
quizás.
Inefable rostro, tanto como las blancas nubes;
Ojos del cielo describiendo claros paisajes en
naturaleza viril.
Te veo y me enamoro.
Vistes elegante muchacho de oro;
Eres el estilo al que no hallo en donde aferrarme.
Te miro fijo. Te miento ¡No puedo...!
Tu voz encantadora,
tan dulce y seductora.
Eres atrayente por tus formas.
Hombre divino en el alma;
Cariñoso eres. Caballero incurable.
Todo tu ser pues, eres el amor que hace tiempo he
deseado
tener;
Delicado, meticuloso;
Intelecto posees y aun más me atraes.
Hombre ¡¿Cómo puedes presentarte en mi corazón
latente!?
Tus labios, tu mirada irresistibles me llevan amarte
con locura;
Un glamour difícil de hallar ahora;
Un muchacho joven con esas ganas de vivir;
Luchador, dócil, culto, pasivo;
Romántico eres todos los días;
Respetuoso, enemigo de la mediocridad;
Al quien tal ves, podría sentirme desprotegida por
su frivolidad
y siendo lo contrario mi alma tomó su calidez.
Hombre el cual me permite saber su pasado sin
ocultar,
sin desconfiar.
Y si aun me sigues amando. Ven aquí conmigo.
Procura no dañarme ni pensar nada extraño;
Solo cierra los ojos y déjame acariciarte;
Tómame también como lluvia en el océano;
Bésame. Poeta enigmático.
Dormir apoyada en tu pecho.
Pues, abrázame. No me sueltes.
Que la pureza viaje en nuestro cuerpo;
Que la sabiduría se profundicen en nuestro ser;
Que las divinas melodías nos relaje mirando las
estrellas.
Recuestaste, descansa tranquilo.
De la fragancia jazmínea solo caen lágrimas en
cristales;
Que los Ángeles nos releve en cada instante.
Sentirme libre en ti como las olas en el mar;
Cubréme con tu pasión, que de los escritos
jamás terminarán;
Jamás me olvidarás.
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Daylin
(28-3-07)