Un tímido sol de abril
despierta el letargo de mi cuerpo,
los últimos colgajos de las parras
lloran desconsuelos de otoño,
la hojarasca emigra
jubilosa de vida
y en su metamorfosis
me dice que eres mío,
que aguardas por mi
detrás de los gomeros,
como una mano santa
ungiendo temblorosa
el despuntar de mis flores.
Esperame tesoro amado,
que voy con las ansias
de una aurora recien amanecida,
si me tardé en llegar,
disculpame ...
vengo de enterrar un amor,
destinado a nacer muerto.
de cercar las válvulas del llanto.
¡Rompe el sello de esos labios!
y prepara el canto
que entonará tu boca
en el atabal de mis caderas.
Desnudame de bozales,
quita esta nostalgia impía
como a una vieja enagua
como una piel gastada
por soles oxidados.
Caminante de mis sendas
oculto en las jardines interiores
pretérito lobo,
desguazado en mis rodillas,
así te quiero amor...
así te quiero,
ceñido a mis entrañas
como un rio embravecido
encabritándose en mis piernas
con toda la sal ... toda la sangre
desprovisto de dudas
con tu pequeña libertad
atada a mis cabellos.
Alejandrina.