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Tan...

 

Tan fenomenal como relajar una boca tensa;

y convertirla en convexa al hacerla reír.

O, tan maravilloso; como a una mirada desafiante,

extremadamente punzante,

convertirla en roma, en amigable,

al indicarle un rincón de esparcimiento,

donde respirar despreocupada y solazarse.

 

Tan perjudicial como invocar al sufrimiento y al llanto;

como plañir quebrándonos absorbidos por el desencanto.

Así, hasta terminar; muertos,

todos ahogados,

sin haber hallado la solución, una manera;

el salvavidas donde encontrarnos.

 

Tan sencillo como contemplar los rostros cambiantes del cielo

recostados sobre una hamaca.

Y penetrados por el azul,

(azul tiznado con novedosos y relucientes pensamientos),

bebernos la luz de la constelación más alejada.

 

Tan complicado como frenar el mal genio

ante las contrariedades que existen en cualquier discusión.

Tan fácil como corregir esta tendencia,

este disgusto, esta malformación...

y hallar la serenidad al quedarnos felizmente callados.

(Lejos de renunciar a nada,

a la espera de acertar el instante preciso

para juntos abrazar al entendimiento).

 

Tan simple y enriquecedor como flotar dentro de la mar

 

mineralizada.

Diluirnos en la líquida flotabilidad y encresparnos siendo una ola.

Sabernos una insignificante pero magnífica gota,

cual remoja un poco más,

a esa seca arena que esperaba en la playa.

 

Tan dificultoso y poco probable;

como saber quién es quién en un baile de máscaras.

 

Tan eficaz; como intuir, adivinar, por un sentido inmortal

que con el raciocinio nunca danza.

 

Tan improbable; como no darse de bruces,

cuando se juega a pillar, (sin pausa y con prisas),

en un laberinto dibujado con espejos.

 

Tan prodigioso; como encontrar oxígeno limpio

si habitáramos dentro de un tubo de escape.

 

Tan complejo es: hallándonos en este sistema,

desentendernos de la competitividad y el consumo,

ser altruistas y empáticos.

 

Tan llano y explícito como un guiño insinuante y espontáneo.

O, como un beso lleno de cariño,

ya fuera de recibimiento o despedida.

 

Tan retorcido como comer,

con las manos atadas o con la boca cosida.

 

Tan surrealista como desnudarse

cuando a uno ya no le arropa nada,

pues, viste desnudez y transpira transparencia,

al descubrir esparcido a su yo cuando anda.

 

318-omu G.S. (Bcn-2013)