Había en un país desconocido
un ente en formación desesperado.
De inerte material era rodeado
el cual no sabía él que era su nido.
-¿Por qué a nada de aquí soy parecido?
¿Por qué nada se mueve ni me ha hablado?
¿Será que en el olvido fui enterrado?
¿Seré un mal, un horror bien omitido?
Sin referente alguno se encontraba,
pero eso no duró muchos segundos:
la madre, con comida, ya llegaba.
La escudriñó con un mirar profundo.
Hermoso, le dijo ella, se llamaba
y él se sintió feliz en este mundo.