La Luna palidecía
de mil caricias ayuna
maldiciendo a la fortuna
por suerte que padecía,
la tristeza endurecía
aquel brillo inconsolable
que apuntando hacia un culpable
amarga luz despedía,
su palidez transgredía
hondo dolor inefable.
Redonda estaba la Luna
señalando hacia el poniente
entristecida y doliente
sin esperanza ninguna;
la soledad le importuna
agitando sus dolores
y en fulgidos resplandores
palidece su semblante,
recordatorio acechante
de penas y desamores.
Tan oscura está la noche
que parece estar de duelo
sumida en su desconsuelo
la Luna pende cual broche,
soplan vientos de reproche
sollozando soledad
la callada inmensidad
profundo dolor acoge,
de un corazón que se encoge
de pena en la oscuridad.
Mientras con dolor delira
iluminando la escena
su rostro de pena llena
todo un mundo lo admira…
Y aquel globo gira y gira
pendiente de su belleza
sin percibir la tristeza
que al resplandor acompaña,
cuando el firmamento baña
en luminosa flaqueza.
Así los enamorados
que en velo blanco se envuelven
entre sus besos revuelven
dolores diseminados;
por suave luz reflejados
vibran de amor corazones
ignorantes de razones
que a luminaria acongojan,
alegremente despojan
en su manto sus pasiones.
Y ella que en silencio mira
sola en su propio universo
oculta en su lado anverso
la soledad que transpira;
en tanto la noche expira
los amantes soñadores
asidos de sus amores
bajo halo tan fascinante,
del idilio avasallante
gozan sus tiempos mejores.