Si las paredes hablaran
y dijeran todo lo que han visto
sobre el amor bien escondido
que entre ellas se ha lucido.
Si gritaran a los cuatro vientos
o a sus vecinas de junto
que nos vemos a escondidas,
sin falta, cada quince días.
Si compartieran con ajenos
lo que ha sido
este desenfreno acurrucado
entre sus esquinas despintadas.
Si lejos de confidentes
fueran transparentes
y mostraran al mundo entero
lo que pasa en esas noches.
Si las paredes no guardaran
el secreto,
la magia del misterio acabaría
por secarse en un último beso
y ya el fin se escribiría
en esta historia de suspenso.
JCEM