En lo más recóndito de mi alma
No hay sino perdices verdes, que mascan
Sin dientes la pulpa de la nada;
Con las patas rojas manchadas de sangre,
Improvisan enojos que hoy ya no tienen nombre.
En lo más recóndito de mi alma
Tiene cabida un odioso amor, el mismo
Que inauguro Adán y Eva al inicio de la creación.
¿Por qué entonces sigo teniendo alma? Me pregunta la razón.
Yo contesto sin más, sin nada: porque ahora para quitarla
Se necesitan dos.
José Nájera Colindres.