Te quise solo serena, me permití ajustar
y viles reproches pasajeros
leían cada minuto la condena
sobre los sordos días y momentos,
esos, donde me preferiste abandonar.
Estimadas y galanes palabras vacías
corrían saltaban reían y morían
en las noches ciegas me seguían
y ni ellas mismas se entendían.
Esas palabras eran caricias frías.
Francamente, en mi, cree un albergue
como quieto mar y silencioso viento,
tanto como vela con luz austera,
y canción de palabras sin acento;
repuse todo cuan te hacia extranjera.
Cada mañana a la aurora cosechaba
cada tarde, por ti, al sol deslumbraba.
No ves mi aperlado cascaron, donde inviertes
y escondes esos estruendos errores?
los visibles solo durante las noches.
Noches cuando estaba vertiendo al alba
en el infinito concierto de tu madrugada,
donde sonreía aun con pisar espinas
siempre creyendo crear cinceles, no espadas.