Le temo más, amada, a un policía corrupto, que al delincuente que va a privarme del dinero que llevo en el bolsillo.
Le temo, amada, a los relámpagos y truenos que anuncian la caída de la lluvia que prodigará agua a los huertos y hará reverdecer los árboles y arbustos en latencia de las montañas.
Le temo, amada, a las despedidas porque mi corazón sufre de tristeza y de mis ojos brotan abundantes lágrimas.
Le temo, amada, a los recuerdos ingratos de mi atormentada infancia-adolescencia porque pienso que regresaré a ellos en tiempo real y en tiempo onírico.
Le temo, amada, a los demonios y fantasmas de la noche porque me cierran las puertas del plácido palacio de Morfeo y, en vez de sueño placentero, tengo horribles pesadillas.
Le temo a la Navidad y al Año Nuevo, amada, porque se hacen visibles en mí las expresiones de la hipocresía en todos los sentidos.
Ilustración. Jhosué José Fernández Rodulfo.