No es el tiempo, que la vida regala,
tampoco, de personas lo contado,
no también, por leer libros, lo que aprendes,
el amor, tienes que experimentarlo.
Nace cuando germina una semilla,
como primera vez, de una mirada,
aunque la plántula rompa terrones,
y recibas respuesta en la sonrisa.
Si en tu corazón, habita un desierto,
el nuevo sentir, empieza a secarse,
estéril el terreno, con mucho sol,
el manantial, que nutre agua, está seco.
Aún lo desértico, guarda humedad,
sus habitantes se visten de cera,
para su protección, tienen espinas,
su cuerpo, guarda tan solo rocío.
También allí, puede florecer el amor,
en cada estación, sucede lo mismo,
copos de nieve, ocultos con tintura,
no pueden matar a tu primavera.
Más flexible la aterciopelada piel,
donde se deshicieron manos y besos,
permanece como en el eucalipto,
cuando te abraza fuerte mi caricia.
La cáscara coriácea, se desprende,
y se descubre un manto más íntimo,
envuelve sentimientos sin estaciones,
te percibo, como una flor perenne.
Se descubren nuevas facetas de amor,
si la chispa, no explota como volcán,
viene una suave hoguera que calienta,
con fuego frío de la luna llena.
Las manos y la mirada, te avivan,
en la memoria, guardo tus secretos,
y nuestras voces, viajan por el tiempo,
se detiene, en el silencio de juntarnos.
EL POETA DEL AMOR. 2013.
CABO SAN LUCAS, BCS. MÉXICO.