Tú me ensañaste
que también se puede
llorar de alegría,
con tu sonrisa
que iluminaba mi día.
Tu me ensañaste
el lado bueno
de las cosas malas
y que el vaso medio vacío
solo estará lleno
si así lo quiero.
Tú me ensañaste a
someter al miedo
a un segundo plano
donde ya no haría mal.
y que para cumplir un sueño,
duro, tienes que trabajar.
Que la ropa no hace a un caballero
y que también hay
caballos bien vestidos
pues pueden tener
los mejores lienzos en su cuerpo
pero de nada sirve
sin nada en su cerebro.
Como Ícaro volé,
Tú, mi sol, derritiendo mi alas,
caí en tu en garras
fue lo mejor que pudo pasar
me enamore sin pensar.
Tu quien lucho contra mi soledad
para ganarse un puesto
en mi corazón desecho.
Este poema dedique a tu honor
oh ilustre maestra del amor
protectora de mi corazón
también te robaste mi razón.