Cada noche en mi reposo
tengo visitas inesperadas,
son las ánimas penando
que me acosan obstinadas.
Inmisericordes me atormentan
sin pensar en mi descanso,
me traspasan incorporeas
y la ingravidez yo palpo.
En mi insomnio se solazan
y el sueño que repara
no me dejan conciliar;
por favor, almas en pena,
por favor, déjenme en paz.
Al cielo imploro que se cansen
y se aparten de mi lado,
balancean todo mi lecho
regodeándose en el acto.
Son traviesas estas almas,
no han encontrado reposo
y vienen a mi presencia
a divertirse un poco.
Ánimas del purgatorio,
por piedad, ya no se atrevan,
que aunque bien las considero
búsquense otro a quien ofendan.