Epitafio para mi tumba
Escribí, escribí y escribí sin jamás renunciar
y a pesar que escribía con la herida sangre
de mis venas,
nadie entendió jamás mi luctuoso pesar.
Aquí yacen mis restos,
mi dolor quedó atrás,
fue tortuoso y tormentoso el sendero
que me tocó transitar,
partí en silencio tomado de la mano
de la orfandad,
de mis caminos ni un recuerdo quedará,
sólo fui un hombre más,
que quiso hurgar la luz de la vida
y con espesas penumbras
me respondió la perversa soledad.
Marco Augusto González Almeida