La palabra se amordaza
dividiendo en silencios
el sendero descrito
sobre el cuerpo del placer.
Atesorantes gemidos
que descubren sus dientes
en la oscuridad de una cama.
Es el lugar de los olvidos,
inspiación de las manos
mientras el alma se quiebra
ansiando la muerte.
Toda la locura
condensada en un minuto
ya nunca irrepetible.