Negar el sentimiento,
negar la razón.
Negarle el aire al ave,
el pólen a la flor.
Negar todo el dolor.
Negarle al día la aurora,
al ocaso el ocultarse el sol.
Negar toda evocación.
Negarle a la naríz tu olor,
al tacto cualquier gota de sudor.
Negar tu sabor.
Insistiendo en la negación como una etapa doliente
de saber que está perdida toda razón conciente
de aquel añejado amor.