Desmayo cuando tus labios
hurtan a deseo la entera humedad
de un cuerpo que se nutre del besar,
en esa boca que exhala anhelo y fuego.
Y escalo con desnudas manos, esas tus
perfectas montañas, ocultándose a
destiempo en pudendos hogares,
huyendo libres en el camino de tu piel.
Si el paraíso está tras pómulos cerrados,
es por que clama gemir el sentimiento
al acoger la libido en la oscuridad.
Y arropados de soledad, profanemos en el acto
La mirada obligada del ojo del amor.
De manera que, al despertar,
Los cuerpos llenos aún de su tibieza,
Inicien nuevamente lo que hicieron antes
De soñar.