Estoy sentado con mis manos juntas,
tratando de dar respuestas a las preguntas
que acerca de ti hay en mi mente.
Tan sólo de un vacío soy dueño
y del aire ficticio de un sueño
que llegó a mi vida de repente.
Hay un silencio que me grita,
hay una incertidumbre infinita
y tu nombre está clavado en mi memoria.
Hay miedo hasta en mis venas
de ver que aún no están llenas
en mi vida, las páginas de tu historia.
Miedo de respirar y no saber
si en el aire que logro retener
puede haber residuos de tu esencia.
Miedo hasta de soñar...
y no poder soportar
las horas sin fin de tu ausencia.
Miedo de sentir miedo,
de llorar, de sentir que no puedo;
de no ser lo que no he sido,
de no poder ser yo mismo;
miedo de caer en el abismo
laberíntico de tu olvido.
Cierro mis ojos y trato de huir,
pero te puedo sentir
hasta en mis labios cuando me muerdo.
Aquí estoy, aún vivo, aún soy
y veo mi sombra cuando voy
corriendo detrás de tu recuerdo.
Es cierto, a lo mejor soy un cobarde
o tal vez fue que se nos hizo tarde
y llegamos con la película al final...
Pudo ser diferente todo,
seguramente había algún modo
pero nunca supimos cuál.
Me quedaré aquí sentado
y cuando el presente sea pasado
y no haya visto a quien nunca pude ver,
entonces, ya en calma,
diré mujer, que te amé con el alma
y no me lo pudiste creer.