Palpitan las caricias o heridas.
No importa.Seguimos.
Rajamos la realidad.
Subimos.Da igual, sabemos caer.
Revelión en todos los poros a la de tres.
Híbrido de saliva y sudor a flor de piel.
Agujero entre los labios al que me asomo con la lengua.
Tregua pactada para vivir en mitad de los dias.
Insípido el cesar de los mordiscos.
Soledad en suelo hecha añicos.
Estrictamente necesario el hedor de su cadáver,
y a la vez, miedo de ser su idólatra.
Y en su rincón el hombre de hojalata
no entiende nada, aún no le han dado su corazón.
Se lo están haciendo a medida en el reino del mago de Oz.
Luego llegarán las marcas en el cuello,
las pruebas, del beber a morro, el uno del otro.
El trueno puntual del ''se acabó''.
Su mirada atrás es la barrena que me horada.
La absurda despedida temporal.
Si te vas ya, final del poema.