Ciertamente
que el desánimo
es presagio
de fracasos enormes;
ustedes en mi mente,
insigne
custodio de mis sueños,
varían sentimientos
con los que a diario
juego a vivir.
Su constancia,
íntima femenidad
ligada al esfuerzo
nutre de sabios consejos
mi alma,
ignorando que yo,
mortal terreno
siento cansados
mis brazos
y quiero
renunciar a seguir.
Tal vez
el día
en que conquiste todo
haya olvidado
el sufrimiento precedido
y sintiéndome grande
quiera estrujar lo restante
y lanzarlo
al vacío
del egoísmo
y la revancha,
sin reconocer
valor alguno
a nada.
Por eso…
sintiéndome inmundo
tengo miedo
en crecer mi estatura
entre estatuillas;
y por el contrario
pequeño como soy
para ustedes aspiro
la grandeza...!
reflejada en la dignidad
amasada
con el fermento
del pan justo.