El poeta abandonó la pluma, dejó el papel sobre la mesa y se dispuso a marchar; no sin antes apagar la vela, pero con ella,se fue la esperanza.
Empacó todo excepto un retrato, el único que había sobre su buró,
se observaba a un hombre sonriente y junto a él, una mujer, esa que jamás volvería.
Puso la mano sobre su pecho, tratando de controlar el desnfrenado latido del corazón, se limitó a tomar el retrato y ponerlo boca abajo.
Sonó un ruido por toda la casa, el reloj marcaba que ya era hora de partir.
Abandonó el cuarto, se colocó su sombrero y agarró la maleta, dió un paso hacia afuera pero al momento de girarse para cerrar con llave,
en su mente resurgieron momentos hermosos de aquella casa y...
Cerró la puerta.
Fontes