Sentado taciturno, a medio sol miro las flores
y su indeleble equilibrio de inocencia multicolor.
Todo es parpadeo, temblor casi, baile inmóvil
las hojas son poemas diminutos, odas enanas.
Las abejas buscan la miel dorada de cada día
envueltas en polen y ansias dulces de pétalos.
Entran al vuelo en puro y milagroso instinto
escudriñando el vientre de las rosas rojas.
Y mientras contemplo, el sol me ha dejado en sombra
lamento, junto con las flores, el frío de esta mañana.
Las moscas pasan arremolinándose de espesura
construyendo zumbidos por los caminos de la luz.
Un cortapelos, (helicóptero vegetal) aterriza en el viento
destruyendo a su paso las leyes de la física.
Las rosas blancas, con su cuerpo de cera vegetal
con alma de nieve, al medio día, venden sus espinas
al silencio de un vagabundo que las mira desde
la esquina distante de un pensamiento matinal.