No verás abdicar el sentimiento
junto a la bruma plomiza
que el aliento y la mirada
melancólica ahoga e irrita
con cada una de las lágrimas
que manan furtivas del tiempo
lacerante de mis fuerzas.
No verás vociferar mi lengua
con los poemas no escritos
no por faltos de papel o de palabras,
o por la nimia blandura
del sonido sincero
que de mi esencia expresa
un alud de amar y amar.
No verás el caminar de mis pasos
entre el árido desierto nocturno
iluminado del esperar una estrella
y en el que sentí divagar
la presencia de tu ausencia
junto a mi lado como la sombra
que disuelve los sueños.
No verás mis risas mis llantos,
mis triunfos mis fracasos,
las velas encendidas de recuerdos,
la esperanza jamás perdida,
la luz entrar por la ventana de mi cuarto
difuminada en día a través
de las sábanas y la mesita de noche.
No verás mis manos viejas,
mi pelo blanco o mi piel herida,
no verás más que aquél vacio
que se apodera de tu alma,
y descubrirás que te amaba,
y descubrirás que me amabas,
no verás más que aquél vacio
que queda con la muerte
del que ahora ya se extraña.