Vivir se parece a un camino
caminarlo demanda preguntarse
¿por qué estamos aquí?
¿Existíamos antes?
¿Para qué vinimos?
¿Hay un motivo especial
para empezar todos los días?
Después que todo acabe
¿vamos para algún sitio?
¿continúa la vida o se apaga por siempre?
Si la respuesta es no,
y que el presente es una rueda de hámster
donde giramos por el sustento
hasta que se apague la luz
y terminemos en un puño de tierra
que cabe entre dos manos
o un poco de ceniza que apenas llena un frasco
Entonces el indigente es el ser más sabio
que no se preocupa de nada
que come cualquier cosa y la saca de un tarro
que duerme donde sea, que no tiene horario.
Pues no tiene origen, motivos ni destino
y con ello su vivir es plenamente consecuente
congruente con la nada, sin incógnitas.
Si la respuesta es no,
la indigencia existencial es el modelo
y vivir no es un camino, no es nada
no requiere preguntas ni respuestas
Pero si la respuestas es sí
que tenemos un origen, un motivo
y un destino más allá de estas agendas
entonces aunque no lo entienda
ni haya ciencia que lo explique
todo cobra sentido,
de lo contrario todo sería un gran absurdo.