rodulfogonzalez

EMBRIAGUEZ

 

“¡Cuan pobre el corazón,

 que no puede

embriagarse de amor!

 

Omar Kayyam

 

            El cántaro de vino que libamos, bien mío, nos sumió en una felicidad dionisíaca.

            Y se desataron, cual río crecido, cual estampida o cual alud, las inhibiciones represadas durante milenios en nuestros subconscientes.

            Y dimos rienda suelta a las más diversas manifestaciones mimosas de Amor Erótico primero, y de Amor Ágape después.

            Nuestra felicidad fue cantada y bailada.

            Y Eco y los pajarillos que observaron nuestras manifestaciones de amor repitieron nuestros cánticos.

           Y regresamos a la infancia que tú tuviste.

            Y regresamos a la infancia que yo no tuve, porque mi vida llegó a la adultez sin cumplir la etapa de la niñez ni de la adolescencia.

            Y tú besaste ardorosamente cada partícula de mi avejentado cuerpo y me envolviste en una deliciosa  felicidad.

            Y cabalgando en el potro del amor único disfruté de tus requiebros, hasta ese momento inéditos.

            Y yo acaricié, extasiado, cada porción erótica de tu joven cuerpo, como si me estuviese alimentando  con bocado de cardenal y como si estuviese libando el exquisito néctar espirituoso de los dioses.

          ¡Cuántas locuras hicimos, bien mío!