Quién sabe por dónde me llevará el camino
Cuando, en silencio, escruto en mi interior,
Buscando, no el destino, sino la mano del Amigo.
Esa que se aferra fuerte a la tuya
Sin soltarla, sosteniéndola con firmeza,
Haciendo de la Tuya, la Suya.
Gracias te doy por no dejarme solo, a ciegas,
Por esos caminos tortuosos de la vida
Que, sin quererlo, por donde no quieres, te llevan.
Sin tu mano voy a tientas, sin ver,
Dando vueltas sobre mí mismo, como un remolino,
Ya sea del río, del viento o del propio camino.
Si me sueltas, mi corazón se siente perdida,
Mi alma vaga presa del desasosiego,
Y sólo me resta gritarte, no me dejes, Amigo.
Lloro en silencio si no vas conmigo,
Y lloro de gozo, si voy contigo.
Eres como el aire que respiro,
Como el agua que apaga mi sed,
Eres, en definitiva, de mi alma,
El Amigo.