Anoche soñé con un ángel,
ángel que destellaba luces de colores,
colores del cielo, colores de Dios.
Fue sin duda y, sin exploración,
la figura más extraña, la más bella;
bella, como flor de paraíso virgen.
Eran sus ojos cual resplandor del sol,
me enceguecieron, me envenenaron,
no podía pedirle más al universo, solo ella
Y cuando pensé haberla enlazado a mí,
a mi razón, a mis convicciones,
simplemente se fue, voló lejos de aquí,
semejante a aire de libre ave…
Como tal, que no tiene a quien aferrarse,
a quien cobijar, a quien amar.