Fuiste joven como todas
tuviste encantos y pretendientes
y ahora te dicen solterona:
amigos, extraños y parientes.
Fuiste la gran cuidadora
de padres, primos y sobrinos
y asumiste con mucha honra
la entrega de atenciones y de mimos.
Después de esa gestión agotadora
hecha con esfuerzo y con carisma
ahora te dicen solterona
porque te olvidaste de ti misma.
Quizás ayer con ansias soñadoras
ofertas matrimoniales rechazaste
y hoy te dicen solterona
sencillamente porque no te casaste.
Tu vida es al sacrificio, un monumento,
no te hizo falta, cónyugue ni hijos;
porque para dar lo que tenías dentro,
Dios tu camino con amor bendijo.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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