Miro mis manos, en ellas está mi vida. Pobres, tanto trabajaran, en la oscuridad de momentos difíciles, buscaran otras para, para ganar fuerzas y seguir adelante. Tocaran piano, hicieran ramos con bellas flores, plegaran centenares de metros de tela alrededor de las mesas, en bodas, bautizados, fiestas. Bajo frio intenso lavaran ropa en agua casi helada, cogieran la azada revolviendo la tierra, para plantar flores, podaran picadas por espinos de las buganvilias, sin guantes, fregaran suelos, de todo hicieran. Las miro, tristes manos, que nunca tuvieran descanso.
Acariciaran también, cogieran con ternura la niña de su dueña y de otros. Limpiaran heridas, se lastimaran con cortes profundos, hoy con suavidad tocan las teclas del ordenador y cuentan lo que hace parte de la vida mía y de otros. Incansables manos, que caben en un bolsillo y son el suporte de la vida en su cruda realidad.
También fueran a fiestas, ornamentadas de sortijas, un anillo de boda durante cuarenta e nueve años estuvo en ellas. Hoy, poco o nada tienen, quitando lo que representan en la vida, el espejo de lo que hicimos y no se ve, ni nadie sabe, a no ser nosotros.
La fuerza de nuestra vida en ellas está, nuestra fe cuando hacemos la señal de la cruz Mi dulzura, mi revuelta, mi querer, mis lágrimas, mi desesperación cuando las torcía con fuerza, sin saber qué hacer, todo en mis manos está.
En mis manos estoy yo, vacías, tristes, colgadas, cansadas y gastas de una vida, que tanto quise tener y nada ha quedado en ellas, a no ser, los señales que en su piel, quedaran, de los años.
Con ellas quise coger el mundo, con ellas quise pasar mi amor y cariño. A travesando la piel de quien tanto amaba.
Adiós dijeran a quien se marchó, unas veces felices y otras con dolor pues era un adiós para siempre.
En ellas, cogí mi gatita enferma, con dulzura, como a mi perrita, de lejos las he pasado por la frente de mis entes queridos que lejos se han muerto, sin poder besarlos por última vez.
Contaran dinero, de mi trabajo, cogieran y repartirán el pan, sus uñas se rompieran fregando potas y arrancando hierbas.
Pasaran con placer por telas de seda, terciopelo, por la piel suave de recién nascidos. Todo esto en mis manos tuve, todo esto y mucho más. Hoy las miro y como en una película veo mi vida, en su todo, que al final, poco o nada ha quedado, a no ser las marcas del tiempo. Así las froto y siento que están conmigo, que aún pueden y quieren ser lo que siempre han sido, un donar y recibir un poco de todo lo que la vida contiene.
Oporto, 6 de Maio de 2013
Carminha Nieves
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