Hugo Emilio Ocanto

Todo lo decides tú (Monólogo) Grabado

¡Hola, cómo estás!...

sí, veo que muy bien...

¿yo? para la m......

qué vocabulario, qué vocabulario...

es el que me haces tener tú...

Ah, reconoces que no ando bien...

me alegro entonces,

así mis observaciones

van a ser más livianas...

¿ cómo dices, que quién soy yo

para hacerte observaciones?...

Soy el que te ha dado mi apellido,

pero no para el que quieras dominarme

como si fuese un buen león...

un tímido animal enjaulado.

¡Que no me entiendes, me dices...

pues entonces yo te lo voy a explicar!...

No te has casado conmigo para ser mi carcelera,

eso, en primer lugar,

el segundo... no soy tu preso, 

¡estoy harto que estés detrás de mí,

como si fuese un delincuente

que está permanentemente en  falta!...

ya me tienes harto con tus cuidados,

como si fuese un paralítico...

o un delincuente.

¡No te hagas la que te asombras por

lo que te digo!...

Se que hasta me estás haciendo vigilar

fuera de casa...

¿de dónde he sacado esto?

Tú lo sabes mejor que yo...

no te hagas la desentendida...

¡Lo único que te pido es que

me dejes vivir tranquilo!...

¿qué bicho me picó?

¡el bicho de tus celos!...

Ni siquiera tengo libertad fuera de mi casa...

me haces vigilar constantemente,

y te aseguro que eso me molesta,

y mucho... y no te lo voy a permitir

un sólo día más, ¿me entiendes?

¡No, no estoy loco, la loca eres tú!...

¿ o me vas a negar que me haces

seguir con una detective privada?...

¡no te interesa cómo me he enterado!...

¡será porque no soy ningún tonto!...

¡termina con tus celos ridículos!...

está bien... ahora te escucho yo,

¿qué te pasa ahora?...

¡no me digas!, así que ahora es el

momento de tu venganza...

se más explícita porque no te comprendo...

Que tu detective... me imagino que no has de creerle...

¡soy yo el que no te cree a ti!...

¿de dónde has sacado este pañuelo?...

¿ella te lo ha dado?

Claro, hay tantos pañuelos iguales,

pero no todos tienen mis iniciales...

¡sí,sí,sí, es mío, es el que tú me regalaste

y bordaste!... pues entonces, jódete,

por haberme hecho espiar...

tienes razón, no tenía motivo para

serte infiel... ¡esa maldita prostituta!...

¡no, no soy un santo!... solamente soy

un hombre despechado... por tus celos...

por tu permanente custodia,

que ya tienes mi vida asfixiada...

Un vividor... ahora resulta que soy un vividor...

que me he casado contigo por interés...

que siempre he sido un muerto de hambre...

¿Qué más tienes para alabarme?...

que soy un maldito  vividor,

y que nunca te he querido...

Déjame pensarlo un momento...

sí, tienes razón, nunca te he querido,

soy un vago atorrante y un

vividor sin escrúpulos...

tienes razón, nunca te he amado,

me sacaste del barro

en que vivía... pero allá en mi barrio,

siempre he sido más feliz

que con toda la holgada vida

que me has regalado...

Todo lo que puedas decirme, tienes razón...

no merezco estar un día más en esta casa...

es tuya, hasta las medias que tengo

puestas son tuyas, tú las has pagado...

hasta a mí me has comprado...

quieres estar liberada de mí...

y yo quiero estar liberado de esta prisión...

Sí, hoy mismo me he de ir de esta casa...

necesito tomar aire, y sobre todo,

necesito libertad, otórgamela,

y tú has de tener la tuya...

Voy a buscar mi ropa de hombre pobre,

con nada de lo que me has comprado,

me iré... pobre llegué,

y pobre he de irme...

todo lo decides tú...

esta vez, estoy totalmente de acuerdo...

Todos los derechos reservados del autor (Hugo Emilio Ocanto - 07/05/2013)