Claro se hallaba el cielo,
los vientos eran suspiros,
andante que es el misterio,
una parada tocó mi olvido;
de alegrías y nostalgias
inundóse mi pecho frío
al confundirse los mil colores
con el de tus ojos divinos.
Colores sobre colores
dan vida a viejos liencillos,
a rostros que sufren solos,
a amantes en desvarío;
con tantos colores vivos
hasta uno hay para el martirio,
el mío es el de tus ojos
por el que yo ahora escribo.
Es que... cómo decir que no siento,
si tus ojos son un delirio
que van deslumbrando mentes
y deseando un sólo amorío;
color mágico el suyo,
incomparable con otros vivos,
puro color de tus ojos
que admiro igual que a un niño.
Qué cosas encierran tus ojos?
inocencia o un amor sombrío,
timidez que decae en ternura
o temor de alguien que quiso,
enigmas que atraen miradas
insistentes, como la de un mendigo
que sueña en tener riqueza
plasmada en dos ojos tibios.
Con su color tus ojos hablan
de añoranzas en solsticios,
puras frases de amor
y esperanzas sin mayor sentido,
todas las cosas que dicen
y que llenan aquel vacío
que agrandan las ansias locas
de vivir para engendrar un hijo.
Quisiera ver más al fondo
de tus ojos claros que admiro,
seguro estoy que ellos reflejan
bondades de un candor íntimo:
mujer singular a todo,
madre abnegada a su hijo,
esposa que cubre necesidades,
complemento al mundo en que existo.
Dame un trozo de tus ojos
para tocar lo que imagino,
dame un trocito y verás
que viviré hasta lo prohibido
por ti, para hacer eternos
segundos lindos, cortitos;
dame o si no una sonrisa
que de ti viene a ser lo mismo.
Porque el color de tus ojos no sólo
son los fulgores despedidos
de tus pupilas doradas,
también son componentes fijos:
tus cabellos largos que abrazan
tu halagüeño rostro pasivo,
tu sonrisa en todo vistosa,
tu cuerpo esbelto y tu tino.
Como quisiera ahora
hacerlo por completo mío
el color de tus ojos claros
y guardarlo junto a mis lirios,
quisiera vivir soñando
y contar siempre contigo,
quisiera vivir por ti
hasta en la mirada de un crío.