Los recuerdos muerden
hasta desangrarnos,
demuelen los huesos
y aparece el dolor siempre guardado.
Si, es un vacio
como en los mostradores
de una tienda abandonada,
puedo sentir el frio,
el largo silencio de los amantes sin cesar,
derribados.
Por eso el amor se marchita a fuego lento.
Soy aquel que siempre grita
caminando sin saber a dónde,
aquel que despierta en el amanecer, ausente.
Porque los recuerdos muerden
hasta que las lágrimas crueles inundan los dolores.