Bajo la lluvia, agonía de limones,
soles vestidos de agua en la ventana
estremecidos.
Ah, el gris tiempo de limones,
con pulpas escondidas del viento.
Hoy nadie
los atesoró en la cesta.
Ágiles mundos en la huerta girando,
callados amarillos,
pálidos de tardes y mañanas,
¿quién acunó su vegetal providencia?
Océano ácidos en los vasos del estío.
Besarán mis labios estrellas y memorias.
La mañana llora limones,
los limones lentamente diluyen su oro
y callan la desnudez.
Nadie discute de ellos,
sólo mis manos los recuerdan, puertas
de atardeceres rojizos y solitarios,
cuando los canastos recibían
su último tránsito de sabores.