Eres mi fortuna, eres mi tesoro
Rosa envidiada por todo el jardín,
Eres codiciada plata, ansiado oro.
Se oye tu voz más dulce que el violín.
Todo en derredor se vuelve nada,
Ordinario, por decirlo a mi modo,
De que ninguna cosa me es preciada,
Ofrezco lo que sea, ofrezco todo.
Porque es mi todo y a la vez no es mío,
Aun siendo que es ajeno y es sin dueño,
Recordarle quiero, pues, que no fío
A la ventura, vida, amor y ensueño.
Más, irónico es dar todo por ti,
Insisto, tú eres todo para mí.