De San Polo a San Saturio
corrí buscando al poeta,
Machado me dio la mano,
El Duero, mi nueva fuerza.
Quién fuera patio andaluz
con sombras, limones y fuentes
para que sus primeros pasos diera en mí
y las primeras letras como escribiente.
Quién fuera Campos de Castilla,
pobres recuerdos de antiguas leyendas
para que sus ojos se clavaran en mí
y lloraran por mis marchitas gestas.
Quién fuera Guiomar para que me cantara poemas,
que sus versos sólo fueran para mí
dentro de su eterna lucha por la existencia.
Quién fuera hotelito de Colliure
y mano que cogiera su mano inerte
para poder cerrarle los ojos
y decirle hasta pronto, maestro siempre.