De un Tenerife querido
les voy a contar un poco,
como era y lo que ha sido
de su belleza ancestral,
que han logrado erradicar
tantos políticos locos.
Era mi Isla un encanto
de armonía natural,
cubierta de un verde manto
en montañas y barrancos,
desde tiempo inmemorial.
Del Valle de la Orotava,
una vez dijo el gran Humboldt,
que era el lugar más bello,
no había otro en todo el mundo.
¿Saben que quedó de aquello?
construcciones a mansalva.
Ay Tenerife querido
como han rasgado tu piel.
Por autopistas herido.
Tus volcanes destruidos.
No hay nadie que ponga un “ pero”
y todo por un papel
al que llaman Don Dinero.
Se trata de construir,
si es en las playas, mejor,
hoteles y apartamentos.
¡Que bonito porvenir!
Así mantienen contentos
a tanto especulador,
que suelen comprar por ciento
y luego venden por mil.
El turismo es el futuro,
dicen ediles y alcaldes,
miro el paisaje y lo dudo,
si no hay nada que mostrarles,
¿Quién se va a tragar el bulo?
Y lo peor que ha pasado
es que no hay agricultores
sembrando las medianías,
los campos abandonados,
se ganan sueldos mejores
currando en la hostelería.
Se están destruyendo fincas
para hacer campos de golf,
meter la bola es mejor,
a la hora de la “trinca”.
Y yo digo ¡¡¡Madre mía!!!
si el turismo se retira,
de que vamos a comer,
si no podemos volver
a cultivar lo que había.
Nos dejarán algo nuevo:
Un parado en cada esquina
y apartamentos vacíos.
Y entonces... ¿Qué hacemos tíos?
Los llenamos de gallinas
y les mandamos los huevos.
Mel