Es en la oscuridad y la quietud que son hermanas
donde dos cuerpos son uno en el lecho,
compensando la no visión con el claro amor
dejando atrás las palabras, supliéndolas con besos.
Mientras la soledad hace universo
los ardientes labios se abrazan en su fuego,
y del expandido pero mudo testigo silencio
hace enemigo la voz proveniente del sentimiento,
clamando con las manos la ajena y dulce piel.
Así, en tal momento, andan dos que se aman
que del deseo es en el instante buen aliado,
cuya ilusión es de la pasión solventada
y no muere ni aún al nacer el alba.